Como algunos saben, hace poco me propuse cultivar de manera sostenida el buen hábito de la lectura. Creo que voy bien, no excelente, pero bien. En fin, este post no se trata acerca de lo mucho o poco que leo diariamente, sino acerca de lo que encontré en mi sesión de hoy. Aquí se los copio y luego meto mi cuchara.
“Señorita, usted no parece linda, pero tiene una belleza secreta que aparece sólo cuando usted se anima, se enoja o se entusiasma. Usted tiene labios raspados, cara colorada y pecosa, ojos chicos y es más bien pecosa; pero cuando usted se conmueve, cuando se siente querida, o al menos atendida, brota un espíritu de adentro que la transfigura, se le cambia el rostro, parece un ángel lleno de dignidad y de gracia reprimida…”
No sé si en la época en la que se desarrolla este cuento funcionen este tipo de “piropos”, pero según el autor, a este personaje le fue bastante bien, aunque –y es aquí donde entra mi razonamiento paralelo, por no decir, atarantado- ¿Qué pasaría si un tipo promedio se explaya con un discurso similar a este dispuesto a conquistar a una flaquita?
Más o menos sería así:
“Amiga, ‘tas medio chancada, pero cuando te emborrachas te pones chévere. Eres chata, bembona y colorada, (¿recuerdan a Harriet de la pequeña maravilla?). Encima, no sé por qué, pero cada vez que alguien te da bola se te arregla la cara, pareciera que estás buena y un poco aguantada”
¿A alguien le funcionará en estos días?. Es decir, por una lado están las “ladies” que se indignarían, pero por otro, siempre hay una “desprendida y generosa, fanática del perreo más crudo, bebedora incansable y cariñosa sin par” que lo tomaría como un halago de lo más “lindis”.
Creo que por eso nunca se puede estar seguro de la reacción de una flaca, ni siquiera cuando la conoces bien. Es que las mujeres son así, muchas veces repiten patrones de conducta, pero eso no significa que siempre serán iguales.
Malecón
Hace 2 años
1 comentario:
¿Ves las cosas que se te ocurren cuando lees más?
Sigue dandole al habito...
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