lunes, 28 de septiembre de 2009

Quisiera ser un 9



Quisiera ser un 9.
Un 9 de área.
De esos cuya sola presencia intimida.
Un 9 que pelee todas, que gane algunas y pierda pocas,
porque hasta de las derrotas se aprende.
Un 9 que se haga extrañar.
Que los haga felices cuando esté y miserables cuando no.
Un 9 trabajador y un resultado.
Porque el esfuerzo de 10 estará detrás de mi.
Quisiera ser un 9.
Referente y ejemplo.
Dentro y fuera de la cancha.
Un señor 9,
un 9 con gol, porque sin gol, no sería 9, sería 6.
Quisiera ser un 9.
Porque un nueve quiere más al equipo que a sus piernas.
Quisiera ser un 9...
por las 50 mil voces que acompañan cada grito de gol.




Lo sé, es tonto.
¿y?

"El Chorri"

Han pasado algunas semanas y mi silencio por estos lares empezaba a incomodarme, pero bueno… tampoco es que escriba todos los días ¿no?. Creo que es bueno y saludable postear seguido, pero si no se da el caso, también es bueno hacerlo cada vez que sintamos que lo que tenemos que contar es realmente interesante, al menos para nosotros mismos.

¿Qué pasó?

Descúbrelo en los 3 actos que vienen a continuación.
Casi casi, una tradición que planeo mantener.


I

“La noticia”

Ya han pasado algunos minutos después de las 8:00 a.m. Mi flaca y yo vamos en el taxi camino al trabajo. Sí, en taxi. Mi carro se volvió a malograr, así que tengo que hacerlo, pero eso no es lo que adorna la mañana, sino el mensaje que acaba de llegar a mi celular:

“Ya pagaron”, dice. Acto seguido, un par de signos de sol aparecen en mis ojos. No de dólar. De sol.

Y claro, como es lógico, empiezo a hacer cálculos. Multiplicar, dividir, sumar, restar, restar otra vez y luego de todo volver a restar. Todo anda como de costumbre.

II

“El Chorri”

Acabamos de llegar al trabajo de mi flaca. La parte difícil del tráfico acaba de pasar y debo despedirme.

- ¡Chau amor!.
- ¡Chau gordo!.
- ¡Que tengas un buen día!.
- ¡Tú también!

Mientras ella se va a hacer cola para el ascensor yo aprovecho para cambiar de taxi. El anterior parecía un poco sonso y la verdad, estoy bien cansado y no quiero renegar. ¡Qué bueno! Ahí viene uno y parece carro nuevo. Algo más de seguridad, al menos.

- Buenas señor.
- Buenas.
- ¿Al malecón Balta, en Miraflores? Por el Británico del inicio de Benavides.
- ¿Cuánto pagas, Cholo?
- 5 mangos.
- Ya pues, vamos.

No suelo hacerlo, pero esta vez me siento junto al chofer. La verdad no suelo hacerlo, pero el parecido al “Chorri” Palacios de aquel chofer era bastante pintoresco. Además había un “Trome” que podía leer hasta llegar a la chamba, así que podía darme por bien servido.

- Mejor dobla a la derecha para evitar el tráfico.
- Buena voz, Cholo.
- No chambeas mucho por aquí, ¿no?
- No Cholo, yo paro por Los Olivos, San Miguel… por esa zona. ¿Tú te vas a estudiar al Británico?
- No, yo chambeo por ahí.

Una pequeña pausa: Cada vez que me preguntan esto suelo responder cualquier otra pachotada, como que sí estudio, o que voy a visitar a alguien al hospital o que estoy practicando en cualquier empresa. Un poco en broma y otro poco por susto. ¿Cómo saber el propósito de la pregunta? En fin, esta vez se me salió…

- Ah manya…
- Sí pues…
- ¿Y en qué chambeas?
- Soy publicista… creativo.
- ¡Ahh, los que hacen propagandas! Se debe ganar bien ¿no?.

Otra pequeña pausa: ¿Qué responder a esto? Sé que al principio es así, jodido para todos, pero luego, con muchísimo esfuerzo, uno puede llevar una vida bastante “bonita”. Claro, todo eso lo aprendí viendo mucha injusticia financiera en esta “industria”, pero hoy que ando más encaminado, me pregunto cómo responderían los más chibolos, que recién entran a este mundillo.

- No creas. Sobre todo cuando uno es joven y está empezando. Se trabaja mucho y se gana poco. No tenemos horario de salida, pero sabemos que es parte de todo esto. Si queremos hacer alguna chamba buena, nos quedamos un rato más… no sé si me entiendes. Por ejemplo, ayer llegué a mi jato a las 4 de la mañana. Estoy hecho mierda, pero creo que fue una noche positiva.
- ¡A las 4 de la mañana!
- Así es…
- ¿¡Serás puta, acaso!? ¡Al menos te pagarán horas extras!
- Pues no…
- O sea que trabajas hasta las 4 de la mañana, no te pagan horas extra y encima no te pagan bien…
- Pero es mi vocación y me siento bien trabajando en lo que me gusta…
- ¿Pero ni para la movilidad te dan?
- ¡Nada que ver! A partir de las 10 de la noche podemos tomar un taxi a nombre de la chamba.
- Ah…

El silencio reina por algunos minutos. Yo leo el “Trome” y el “Chorri” aprovecha para rociar un líquido perfumado al interior del taxi.

- Siempre es bueno que el carro huela rico.
- ¡Ja! Es cierto… aunque el mío debe estar oliendo a quemado.
- ¿Ah… tienes tu carrito?.
- Un gol del 95, pero está malogrado. Últimamente le falla todo… es una lágrima.
- Véndelo.
- Lo he pensado, pero necesito ahorrar para poder comprar otro de segunda, pero más moderno, al menos.
- Cholo… ¿puedes pagar 40 lucas diarias?
- No. Es bastante… ¿No te parece?
- ¿Ni con tu flaca, ajustándose un poco?
- No sé… es un montón de plata. Son como mil lucas al mes…
- Bueno… Mira, si logras pagar esa plata, anda y sácate un 0 kilómetros. Pídele a tus viejos que te sirvan de garantes y listo. Un 0 kilómetros no te jode en 5 años…
- Bueno, puede ser, pero eso será luego…


III

“La solución del Chorri”

Pasaron unos minutos más y volvimos al cómodo silencio, Estamos a punto de llegar, pero como no hay comodidad que dure para siempre, un estruendoso, casi indignado “Chorri” se dirige a mi, como enviándole un mensaje a alguien.

- Mira Cholo. Yo te voy a decir qué hacer.
- Ya… ¿hacer de qué?
- Escúchame… y discúlpame si te ofendo, pero yo te voy a decir qué hacer. Vende tu carro, saca 1000 dólares para pagar la prima de tu auto y taxéalo. Vas a sacar 100 lucas diarias para ti. Si no eres mujeriego ni vago y chambeas a conciencia, vas a sacar mínimo 1 “ferro”, aparte de lo que pagas del carro y el gas, claro. Encima con los horarios que tú manejes y sin matarte.
- Ok… baja en el parque.
- Ta’ bien Cholito. Pero haz lo que te digo. Vende tu carro, ponte a taxear y así vas a hacer patria… Vas a ver que sí.
- Cóbrese… gracias.
- Gracias a ti, mi hermano.

Y de pronto la buena noticia se transformó en depresión. Al menos por unos minutos. Mientas tanto estoy aquí, parado frente a unas escaleritas que me llevarán a mi centro de labores.

No hubiera cambiado de taxi.

Nada más imagina que el "Chorri" te diga que hagas patria.
No fue él, pero casi.