miércoles, 28 de enero de 2009

Doolhof IV

A veces sólo es necesario un timbrazo del teléfono para regresarnos a la realidad. Muchas conversaciones intrascendentes han terminado y algunos reencuentros se han concretado gracias a él, pero esta vez, sólo marca el regreso a las labores de exploración.

- ¿Aló?
- ¿Miranda?

- Sí Marita, dime.

- Las tazas de café que me pediste están listas. ¿Te las llevo?.

- Sí, gracias Marita. El señor Doolhof y yo tenemos para largo hoy. Es más, si quieres puedes traernos el café e irte a tu casa. Yo estaré bien.

- ¿Estás segura Miranda?

- No te preocupes Marita, estaré bien. Nada más haz lo que te digo, pero no te acostumbres a estos arranques de bondad. Son eso, arranques solamente. ¿entendido?

- Sí, no te preocupes Miranda, ahora te llevo los cafés.

- Gracias. Hasta mañana.

- Sí que te cuida ¿eh?

- En parte sí Sebastián, aunque se supone que debería ser yo quien la cuide. La verdad, en
este negocio a veces no se sabe quién es quién. Es más, contigo sucede algo similar. A veces me dejas pensando tanto que me pregunto si seré yo la que necesita ayuda.

- ¿Y la necesitas?

- No empieces.

- Bueno, solo quería ayudar…

- ¿Por qué no mejor me ayudas a ayudarte?

- Tampoco te molestes…

- No me molesto. Sólo quiero avanzar. Ya es de noche.

- Y de noche las horas corren.

- Especialmente cuando uno está interesado en lo que hace.

- Lo tomaré como un halago.

- Si consideras que “desafío Psicológico” es un halago, adelante.

- Mejor avanzamos conmigo…

- Me parece perfecto. ¿Sabes? Creo que podría intentar hipnotizarte. No soy psicoanalista, pero contigo debo probar de todo.

- A todo esto… ¿a qué escuela perteneces?

- Para llegar donde estoy no me bastó con conocer sólo una escuela. Si necesitas que te mencione una, digamos que soy “universal”.

- Si no me equivoco, esa escuela no existe.

- ¿Cómo puedes saberlo? Eres un albañil sin recuerdos pasados. ¿verdad?

- Sí, bueno, no sé…

- No hacen falta explicaciones. Ese tipo de razonamientos son los que me impulsan a explorar dentro de tu mente. Al parecer tu experiencia anterior no ha sido eliminada, sino bloqueada.

- Como la mezcladora de cemento que arreglamos esta semana…

- Ehhh… sí, más o menos.

- Entiendo…

- A veces no sé con quién hablo.

- ¿Por qué lo dices?

- Por nada… comencemos de una vez. ¿Estás de acuerdo con que intente hipnotizarte?

- Sí, adelante… pero…

- ¿Qué pasa?

- Me da algo de miedo.

- ¿A qué le tienes miedo?

- El día del incidente en la construcción… bueno, esa vez estaba dormido y colapsé. No sé si tiene algo que ver, pero no quisiera que le pase nada malo.

- No te preocupes. Mientras estés hipnotizado entrarás en un plano inconciente. O sea, básicamente será otra “parte” de ti la que hablará conmigo, así que no hay problema. Ninguna de tus partes me causa el más mínimo temor, ciertamente.

- Pero si yo no sé lo que pasó, ¿Cómo mi “otra parte” va a saberlo?

- Según los psicoanalistas todo lo vivido deja huella en el inconciente. De esta manera, si logro comunicarme contigo en ese plano, debería poder explorar –de alguna manera- cualquier cosa que te haya pasado en tu historia personal.

- Como el accidente.

- Como el accidente.

- Entonces hagámoslo.

- …

- ¿Qué pasa?

- No es nada. Por algún motivo saber que estoy apunto de explorar un laberinto oscuro me dio un poco de miedo, pero ya pasó. Es mejor que comencemos de una vez. No quiero volver a acobardarme.


Y sin pensarlo dos veces, cogió un péndulo y empezó a balancearlo justo delante de los ojos de Sebastián. Poco a poco, su atormentada concienciase dejó llevar ante el inminente triunfo de Morfeo. Ya no hay vuelta atrás, los párpados han caído.


- Desde este momento responderás a todas mis preguntas y despertarás cuando…

- Cuando me dé la gana.

- ¿Sebastián? ¿Por qué no estás en trance? ¡Algo debe haber fallado!

- No falló, pero yo no soy Sebastián.

- …

- ¿Qué pasa? Parece que vio un fantasma.

- …

- Bueno, si no va a hacer las preguntas que tanto decía, entonces mejor me voy.

- ¿Quién eres?

- Vamos, esa pregunta es fácil. Creo que puede hacer una más interesante. ¿No?

- …

- Está bien, está bien. Si necesita que le responda para que le vuelva el color, entonces lo haré, pero por favor, hable. Me empieza a dar hambre y eso me pone de mal humor… Yo soy eso que Sebastián bautizó como “colapso”. En realidad es un poco injusto conmigo, después de todo sigue vivo gracias a mi. ¿Sabe? Todos, especialmente los psicólogos como usted, viven asombrados de lo poderosa que puede ser nuestra mente, aunque en realidad no tienen idea de lo que están diciendo. ¿Alguna vez escuchó de la señora que levantó una pala mecánica sólo con sus manos, para rescatar a su pequeña hija? Una verdadera proeza, ciertamente. La pregunta es: ¿fue la señora quien actuó?. Estoy convencido de que no fue así. Muchos dicen que el cuerpo humano puede reaccionar a niveles extremos…

- … en situaciones de alto riesgo.

- Así es. Aunque yo prefiero decir: “en situaciones en las que el conciente pierde el control”. Es ahí cuando las proezas suceden, pero… ¿qué pasa cuando la fuerza con la que actuó la mujer se utiliza en un acto de venganza? ¿Qué pasa si el objetivo de esa venganza no tiene rostro?... Es gracioso, no hiciste ninguna pregunta interesante, sin embargo ahora tienes mucho en qué pensar. Lástima que tenga hambre, sino tal vez te dejaría vivir. No he comido nada desde… bueno, desde esa vez en la construcción.

- Fuiste tú…

- Pues… sí.

- ¡Te los comiste! ¡Te comiste a todos!

- ¿Me crees algún tipo de animal o algo así? Yo no como gente, pero matar sí que me abre el apetito.

- Eres un monstruo…

- ¿Monstruo? ¿Por darle otra oportunidad de vivir a Sebastián? No lo creo. Es más, me lo debería agradecer. Sin mí usted nunca lo hubiera conocido.

- …

- ¿Sabe? Fue agradable conversa con usted… si es que a lo que acaba de pasar se le puede llamar “conversar”, claro.

- Yo…

- No se preocupe, vivirá. Al menos hasta el próximo miércoles. A la misma hora ¿verdad? Creo que tendré mucho que contarle.


Y sin más, el extraño hombre que llegó como Sebastián se ha ido, dejando a Miranda sin poder creer lo que acaba de vivir.


- Debo estar loca. ¿Cómo pasó? ¿Cómo un simple hombre confundido llegó a condenarme de esta manera? ¿Esta era la exploración que quería? No puede ser… y lo peor de todo, es que prometió regresar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

personalidades múltiples?... interesante. Shir

KDT dijo...

Charlieeee Gracias!!!
Y xomin sun: el capítulo V de Doolhof!